JOSÉ YOSADIT VON GOETHE - GENTE, LUGARES Y TRADICIONES
No se cumplen las profecías bíblicas
Adventistas y testigos de Jehová, entre otros cultos, profetizan que Jesucristo está a punto de venir a establecer un reino milenario en la Tierra, no sin antes librar la batalla de Armagedón. Este anuncio de carácter profético vienen realizándolo desde el siglo XIX adventistas, Estudiantes de la Biblia y testigos de Jehová principalmente, aunque no vieron llegar el fin del sistema mundial tan anunciado y lo pospusieron para el futuro. A pesar de no haber acertado en su predicción, los Testigos sobre todo no se consideran falsos profetas y se disculpan afirmando que no se cumplieron sus expectativas porque la luz del entendimiento no estaba suficientemente brillante, pero que en modo alguno profetizaron en nombre de Dios, sino que solamente informaron de lo que entendían.
Los Estudiantes de la Biblia, cuyo 27% que no abandonó las filas dio origen a los testigos de Jehová en 1931, anunciaban el fin para el año 1914 en tiempos de Russell y para 1925 en tiempos de Rutherford. Este segundo presidente de la Watch Tower dejó caer además que a finales de 1941 se estaba a pocos meses del Armagedón, tal como se lee en la literatura de entonces. Knorr y Franz anunciaron específicamente el establecimiento del reino milenario para Septiembre de 1975 (aunque los Testigos actuales lo niegan porque no están informados de lo que realmente pasó y se les ha ocultado la verdad). Existen grabaciones de discursos de Franz y de otros oradores al respecto. El Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová notificaba textualmente a través de las Atalayas que el fin vendría antes de que terminase el siglo XX, por lo que la obra de predicación finalizaría. Esto también lo niegan hoy los Testigos, que no están informados de la realidad, aparte de que las Atalayas han sido modificadas en sus tomos encuadernados y en sus CD ROM.
Pasó el siglo XX y el Armagedón no vino, pero se sigue profetizando que vendrá pronto y ello a pesar de que Jesucristo recalcó, según se lee en los evangelios, que ni él mismo sabía el día y la hora. Todo el problema está en que, si se descuida el sentido de urgencia, los adeptos aflojarán el paso y terminarán saliéndose de las filas jehovistas, como ya está ocurriendo, a pesar de que el Cuerpo Gobernante de los Testigos lo desmiente y disfraza los informes anuales.
¿Por qué no se cumplen las supuestas profecías bíblicas y concretamente la de la venida de Cristo en su gloria para establecer el Paraíso en la Tierra tras la batalla de Armagedón? Sencillamente porque los evangelios no son producto del siglo I ni recogieron las palabras y los hechos de un tal Jesús de Nazareth, sino que comenzaron a ser escritos en el siglo IV por orden del emperador Constantino, quien pretendía amalgamar en una sola todas las religiones del Imperio, para lo que mandó también que se creara un personaje o dios central. Eusebio de Cesarea junto con Osio de Córdoba fueron en realidad los primeros escritores de los ‘nuevos testimonios’ que posteriormente se denominaron ‘Nuevo Testamento’.
De ahí que los más tempranos códices daten del siglo IV y no de antes, como pretenden probar los eclesiásticos por medio de copias de textos evangélicos en hojas de papiro que se hicieron pasar como productos de los siglos II y III. Jerónimo continuó la tarea casi a finales del siglo IV al rehacer y cambiar los textos de Eusebio. Jerónimo los escribió en latín, que no significa que tradujo del griego al latín cuanto había escrito Eusebio. Posteriormente la Iglesia fue añadiendo pasajes al Nuevo Testamento, según la doctrina en boga, mientras que se rehacían los códices, los cuales estaban rigurosamente controlados. Evangelios y epístolas fueron escritos, pues, por y para la Iglesia.
Los testigos de Jehová, como todos los protestantes, creen a pies juntillas cuanto está escrito en el Nuevo Testamento y lo toman literalmente como palabra fiel de Dios. El Nuevo Testamento fue terminado de recomponer por la Iglesia a principios del siglo XV, cuando se le añadieron al evangelio de Lucas, que era el más corto, el conjunto de textos conocido como ‘la gran inserción’ (Lucas 9:51 a 18:14) y que no figuran en el Códice Sinaítico, el más antiguo, presumiblemente de antes de mediados del siglo IV. En otros posteriores sí suelen figurar dichos textos porque tales códices se rehicieron según las nuevas añadiduras, aunque hay códices que escaparon de la reelaboración y en los cuales no aparecen los textos mencionados.
Dice el señor Jose sin argumentar, ni demostrar ni probar nada, lo siguiente:
ResponderEliminar"los evangelios no son producto del siglo I ni recogieron las palabras y los hechos de un tal Jesús de Nazareth, sino que comenzaron a ser escritos en el siglo IV... De ahí que los más tempranos códices daten del siglo IV y no de antes, como pretenden probarlos eclesiásticos por medio de copias de textos evangélicos en hojas de papiro que se hicieron pasar como productos de los siglos II y III."
Pues nada, según este caballero, ni la paleografía ni el radiocarbono valen, entonces toda la datación efectuada por estos métodos de todos los manuscritos antiguos sean del origen que sean, tampoco valen.
Tengo estudios de paleografía por mi profesión en un archivo histórico y puedo decirte que en realidad no se mide la antigüedad de un documento por la paleografía, ya que ésta puede imitarse para hacer pasar el documento por más antiguo. Por lo general se acepta que el documento es de tal o cual fecha por la paleografía, pero se acepta con muchas reservas. En cuanto al radiocarbono, no se aplica para medir la antigüedad de documentos. La antigüedad de éstos debe medirse por el examen de las tintas empleadas, lo cual resulta muy difícil porque puede deteriorar el documento en cuestión.
EliminarHola Noa, hay expertos que te contradicen: http://foros.periodistadigital.com/viewtopic.php?t=25151
EliminarAdemás Noa, aunque llevaras razón en cuanto a la datación por paleografía y radiocarbono, en cuanto al examen de las tintas, ¿se ha empleado este método a los manuscritos en cuestión para descartar su datación?
La biblia en si no vale como "palabras de Dios", poca cosa de lo ahí narrado está a la altura de un Dios Supremo...
ResponderEliminarLa forma en que nos llegó ése viejo libro es muy dudosa.
El artículo periodístico está sobrado de razón en todo lo demás. La falsa doctrina que divulgan los testigos jwhoviteros nomás no se cumple... El tiempo deja con el culo al aire a esos siete charlatanes de Brooklyn.
Atte Valdemar de los Llanos.